Frases: Himalaya me avisó – Magdalena Helguera
Publicado el 28 enero, 2021
por Descubrí Libros
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¡Hola belleza! te comparto por acá las frases que más me gustaron o fueron significativas durante la lectura de Himalaya me avisó de Santillana y Loqueleo :
- «Zas, otra vez nos encajaron perritos» – pensé al escuchar-. «Qué mala que es alguna gente- ¡qué les cuesta tenerlos unos días y poner un aviso para regalarlos? Si siempre hay alguien que quiere un cachorrito». Pág 11
- «Tenían razón las señoras que comentaban en la sala de espera del hospital acerca del alma de piedra de la persona que pudo ser capaz de hacer eso. Y, sin embargo, no tenían por qué tener razón en todo lo que decían. Porque ellas hablaban todo el tiempo de «la madre desnaturalizada», de «la salvaje que no puede llamarse madre», y cosas así, como las que esa noche iban a repetir hasta cansarse en todos los informativos y al día siguiente en los diarios, y yo pensaba: «por qué están tan seguras de que fue la madre la que lo dejó?» Pág 18
- «¿Por qué nadie podía pensar que algo así podía haber pasado en este caso? ¿Por qué todo el mundo, sin saber nada, de entrada acusaba a la madre? Yo creía que había alguna posibilidad de que la mamá fuera inocente, que fuera una víctima, igual que el bebito, y tal vez en la caja pudiera hallar alguna pista para comprobarlo.» Pág 19
- «No sabía qué hacer. Qué difícil es tomar algunas decisiones, y más estando sola. Una puede tomar una decisión buena o una mala, y no darse cuenta, porque no tiene a nadie con quien conversar y pensar mejor.» Pág 25
- «A falta de una persona que me ayudara a pensar, me fui a pensar con Himalaya. Ella, a veces, es casi como una persona: no sabe charlar, pero te acompaña, te acaricia con sus lengüetazos, te consuela y te da ánimos y confianza porque te mira como si fueras la mejor persona del mundo, la más viva, genial e inteligente e incapaz de equivocarte en nada. Te mueve la cola y te pone esa carita sonriente de lengua afuera que parece que dijera: «dale, vos podés, hacé lo que tengas que hacer, no tengas miedo». Pág 29
- «Camino a la heladería, que estaba a dos cuadras -eso nos dijo una señora que entraba a su casa con un par de bolsas de compras, a la que le preguntamos, pasamos por un muro en el que todavía quedaban algunos car teles con la foto del maestro Julio Castro, en los que se invitaba al homenaje que le hicieron cuando se supo que se habían encontrado sus restos. De eso sí me acordaba bien; habíamos hablado de él en el liceo hacía muy poco, en los últimos días de clase. La profesora de Historia tuvo que explicar todo lo de la dictadura, y los desaparecidos, y todas esas cosas horribles que pasaron hace mucho tiempo.» Pág 73
- «La verdad se tiene que saber, se tiene que saber, aun que sea peligroso decirla». Pág 74
- «me pesaba en el alma como un adoquín en la mochila.» Pág76
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